Conexión Espanta
Efectivamente, durante las últimas décadas, tanto el juego
tradicional como los juguetes están siendo sustituidos por nuevos objetos
tecnológicos; el precedente de todo esto, está en las videoconsolas que
empezaron a desarrollarse a partir de los años 70-80, y que poco a poco fueron
introduciendo sistemas inalámbricos, permitiendo al niño jugar en cualquier
lugar.
Hacia el año 2010, se produce un gran cambio tecnológico que
afectó al área infantil:
Nace la TDT (Televisión Digital Terrestre), la cual
proporcionaba de manera gratuita varios canales en los que se emitían durante
las 24 horas del día dibujos animados y series infantiles, a diferencia de años
atrás, donde sólo se televisaban un par de horas al día.
Para esa década, Internet es además algo cotidiano y que está en
casi la totalidad de los hogares del primer mundo. Por una parte, las consolas
comienzan a tener sistemas de conexión WiFi y por otra, desde los ordenadores
se podía acceder a plataformas de juegos online. De esta manera, además de los
juegos individuales, nacen otros multijugador en línea. Acompañando a éstos,
surgen las redes sociales como Messenger, que permitía la comunicación
instantánea desde cualquier parte del mundo y páginas de entretenimiento,
basadas en el cómic y que más tarde fueron convirtiéndose en los actuales
memes. Los teléfonos móviles, ya no sólo eran un instrumento de comunicación
sino que además servían como reproductor de música y vídeo y cámara fotográfica
aunque de no muy buena calidad.
En menos de cinco años, estos dispositivos ya estaban dotados de
conexión a Internet y de pantallas táctiles, lo que supuso la creación de
nuevas redes sociales y aplicaciones de juegos y videos, dejando así atrás a la
radio, la televisión, el ordenador y las videoconsolas.
Acostumbrados a su pequeño formato, el móvil comenzó a aumentar
de tamaño para disfrutar mejor de todas sus funciones, tanto, que acabó dando
lugar a la tablet, un objeto con el que se podía hacer exactamente lo mismo, a
excepción de llamadas y sms.
Los pequeños objetos tecnológicos ya formaban parte de nuestras
horas de ocio, y por si fuera poco, se creyó conveniente incorporarlos a la
vida académica, como la implantación de pizarras digitales entre otros.
A día de hoy todos nos lamentamos de ver niños enganchados a
este tipo de aparatos, en incluso los culpamos a ellos del problema, pero ¿Quién
es el verdadero responsable de todo esto? Evidentemente, la gran mayoría de los niños siguen la norma del
“culo veo, culo quiero”; si sale en la televisión o si los demás niños tienen
un determinado juguete, obviamente lo van a pedir, tal y como ha pasado en
todas las generaciones. El problema está por tanto en la educación que reciben
por parte de sus progenitores, los cuales aceptan dar todo lo que éstos les
pidan, logrando así, que los niños cada vez aprecien menos el valor de las
cosas.
Para colmo, los niños de ahora están demandando estos objetos
tecnológicos, poniéndolos en peligro en un mundo digital con acceso a todo. Los
padres, en cierto modo se “benefician” de ello, porque es una manera fácil de
tenerlos a su lado distraídos pero sin que molesten; aunque verdaderamente no
tienen ni idea de lo que puedan estar llegando a hacer tras la pantalla. Por no
decir, de los que sin pedírselo, ya les están poniendo una pantalla en sus
narices desde bien pequeños.
Los jóvenes de las generaciones de los años 80 y 90, hemos ido
creciendo a la par que la tecnología, por tanto somos conscientes de que
contamos con ella para aprovecharla en nuestro día a día, aunque haya momentos
en los que estamos algo enganchados. Aún así, tenemos la capacidad suficiente
como para dejarla a un lado, cosa que los niños de hoy en día no, porque su
constante uso es algo normal para ellos.
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