Donde dije digo, digo Diego

El comienzo del Siglo XX se hace notar con la Exposición Universal de Artes Decorativas de París de 1925. Por primera y última vez, se trata únicamente el diseño de interiores y mobiliario. En esta exposición participaron fabricantes de muebles, grandes almacenes y prácticamente todos los países de Europa además de Turquía, Japón y Unión Soviética. En sus pabellones predominó el movimiento artístico del Art Decó, puesto que el objetivo de ese año era realizar algo novedoso, sin necesidad de basarse en estilos pasados.

El Art Decó, para entonces ya era un estilo bastante desarrollado y bien aceptado entre la población debido al agrado y confort que proporcionaba gracias a la artesanía, los materiales ricos, y los artefactos modernos reelaborados.

Este estilo realmente se caracterizaba por su inspiración en los descubrimientos del Antiguo Egipto, los vestuarios de los ballets rusos de la época, las primeras vanguardias, la arquitectura de la Bauhaus y además se basó en su precedente, el Art Nouveau, cuyo origen está en el movimiento del Arts and Crafts de William Morris. 

A pesar de ello, el pabellón soviético diseñado por Le Corbusier, fue el que más destacó y no precisamente para bien, ya que decidió hacer de éste un edificio totalmente sencillo y geométrico; considerado por el público como una gran cámara frigorífica. Esta vivienda resultaba monótona y poco hogareña debido a la blancura de sus paredes, el aspecto desolado e industrial del espacio y la mala elección del poco mobiliario que había. Estas decisiones no fueron tomadas ni por la falta de presupuesto ni por el hecho de llamar la atención, simplemente, porque así era cómo pensaba el arquitecto que debía ser la casa moderna.

Efectivamente las ingenieras domésticas estaban en lo cierto al exponer que Le Corbusier estaba equivocado, y que la eficiencia de una casa no dependía nunca del estilo decorativo que siguiese, sino de la practicidad a la hora de trabajar y vivir dentro de ella.

Aún así, es cierto que la decoración influye en la practicidad de una vivienda; unas veces la favorece y otras la entorpece. De esta manera, imaginemos los frentes de los armarios de una cocina, los cuales tienen molduras porque es de un estilo más rústico. Si comparamos ésta con otra cocina más contemporánea, de líneas rectas y frentes lisos, ¿No sería por ejemplo, ésta más cómoda de limpiar que la otra? Así pues, se demostraría que aunque a priori la decoración no tenga nada que ver con la eficiencia, realmente si lo tiene.

A pesar de sus incongruencias, la arquitectura de Le Corbusier mantuvo esa tónica limpia y depurada que tanto asustaba a la población al principio de su carrera, pero poco a poco se fueron corrigiendo esos errores de planificación de los espacios.

Así pues, se podría decir que la arquitectura de éste y la de muchos otros arquitectos que participaron en la Exposición de Stuttgart de 1927, fue uno de los antecedentes de las Case Study Houses norteamericanas; viviendas experimentales que fueron propuestas por la revista Arts and Architecture a algunos de los mejores arquitectos del momento. 

Estas casas fueron positivamente aceptadas por la gente debido a su bajo coste, su eficiencia y la utilización de materiales y sistemas constructivos innovadores como las combinación de estructuras de acero y madera, los cerramientos modulares prefabricados y las amplias fachadas de vidrio entre otros. 

Ideales para una nueva etapa tras la Segunda Guerra Mundial, estas casas no sólo cubrían con creces las necesidades básicas de una familia de clase media estadounidense, sino que además aportaban espacios de ocio y disfrute como grandes jardines con piscinas y además, algunas de ellas estaban rodeadas por un magnífico entorno.

De esta manera, gran parte de la arquitectura de los años posteriores hasta día de hoy, está basada en este tipo de casas, aún siendo casi, por no decir igual de sencillas que aquel gran frigorífico diseñado por Le Corbusier.   

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