Life in plastic is fantastic!

Tal y como comentaba en la anterior entrada, la arquitectura residencial fue la gran protagonista de mediados del Siglo XX. Tras la posguerra, las jóvenes generaciones estadounidenses buscaban el lugar ideal donde emprender una nueva etapa de su vida.

Para ello, buscaban viviendas económicas y confortables en las que pudiesen formar una familia, y así poder llevar a cabo las tareas domésticas de forma sencilla y eficiente. Este hecho no sólo era cosa de mayores, sino que también se trataba de una preocupación en los niños...

Uno de los juguetes con más repercusión en todo el mundo y que reflejaba muy bien todo esto, fue Barbie. Esta muñeca de escala 1/6 fue diseñada por Ruth Handler en 1959 para su hija Bárbara, una niña cansada de los muñecos infantiles y que únicamente deseaba jugar con personajes adultos.

Todos sabemos que el personaje de Barbie no sería nada sin sus múltiples oficios y su casa de ensueño. En sus orígenes, ésta y su correspondiente mobiliario, estaban hechos de piezas de cartón plegables, dando lugar a un complemento muy económico y fácil de guardar.

Como se puede ver en sus primeras versiones, esta casa era una demostración clara de la vida sencilla que llevaba la sociedad del momento y su gusto decorativo en los espacios interiores. Con el paso del tiempo estos juguetes fueron evolucionando gracias a las innovaciones de los materiales pero también porque la sociedad cada vez era más consumista.

¿El resultado? Fantasiosas mansiones de plástico de varios pisos, unas veces unidos por ascensores y otras por toboganes de agua, además de estar equipadas con infinitas piezas, un distinguido mobiliario y tecnología punta que muchos ya quisiéramos.

Estos voluminosos bártulos se han convertido en un ejemplo del tipo de juguete que han demandado los niños recientemente, siendo el tamaño su principal valor. Ante tanto cacharro, las nuevas generaciones apenas aprecian el verdadero valor de las cosas que reciben pero, ¿quién tiene la culpa de todo esto?

Evidentemente, son los padres quienes compran estos objetos a sus hijos y en parte, el origen de este problema está en que ambos apenas pasan tiempo juntos e intentan suplirlo con objetos materiales. 

A pesar de ser un problema que lleva décadas entre nosotros, realmente continúa a la orden del día, y más fuerte que  nunca; los juguetes de los niños se han vuelto a reducirse de tamaño... tanto que caben en la pantalla de un móvil, pero eso ya sería algo que analizar en una próxima entrada.

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