Sin trampa ni cartón
Cada vez estamos más hartos de la publicidad engañosa, donde por encima de todo, las marcas quieren vender un producto de unas supuestas características mediante el uso de tentadores eslóganes, la ambigüedad e incluso ocultación de información o más comúnbmente, mediante el cambio radical que sufre su aspecto.
A pesar de habernos acostumbrado a ello, este hecho hace que seamos cada vez más exigentes a la hora de comprar, aunque es cierto que nuestro nivel de tolerancia varía según la importancia que tenga para nosotros el producto en cuestión.
El ejemplo más sencillo que a todos se nos vendría a la cabeza serían los anuncios de cualquier cadena de comida rápida: la hamburguesa que nos ofrecen tiene un aspecto irresistible pero en cuanto la tenemos entre manos, cualquier parecido con la foto es pura coincidencia. En estos casos no solemos tener queja, ya que lo que verdaderamente nos importa es su sabor y por tanto, la relación calidad-precio es aceptable.
El problema de este engaño llega cuando lo encontramos en bienes de un precio más elevado y que adquirimos para un uso continúo o permanente como en el caso de prendas, cosméticos, útiles de cocina, herramientas e incluso viviendas... Aunque suene un poco fuerte, no hay mayor dolor que el de una casa lista para entrar y que no corresponde con el plano que hizo que la compraras.
Cuando una constructora comienza el proceso de venta de los pisos, los planos mostrados a los clientes han tenido que ser validados anteriormente por el ayuntamiento y actualmente, ofrecen incluso fantásticos catálogos que además de infografías en 3D de los espacios, informan al interesado de los materiales, revestimientos y acabados que constituyen la vivienda. Por lo tanto, en un proyecto donde en teoría todo está prácticamente decidido, resulta gracioso que luego uno se encuentre con sorpresas como la aparición de pilares, falsos techos, ventanas impracticables o distancias que se han visto reducidas.
Aunque pueda parecer una bobada, durante el tiempo de construcción del edificio la gran mayoría de los compradores adelantan la compra del mobiliario, el cual está pensado o incluso diseñado a medida para ese espacio que supuestamente van a tener. Por tanto, el cambio o modificación de cualquiera de los elementos constructivos supone, lo mires por donde lo mires, un atraso en ese trabajo. Así pues, los clientes se hacen la idea de que su hogar va a ser tal y como lo ve en las fotografías y realmente no es así.
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